Tarde a una oficina de gobierno

Una vez me enseñaron donde queda aquella, triste, terrible, tétrica y sobrepoblada oficina; siguiendo las direcciones tomo de una máquina redonda y anaranjada un papel con un número. El diminuto papel me indica que prepare mi toga de paciencia y que me prepare para estar en aquel cuasi purgatorio todo el día. Al ver un redondo y anticuado reloj en la pared color crema gobierno me digo a mi mismo, a manera de murmullo:

-Coño, no pude haberme levantado más tarde.

Aún así me siento tranquilamente a esperar, pues he dejado la prisa en casa.

Etiquetas: ,