En penitencia anda aquel cuerpo errante, que no aguanta una llaga más. Un muerto en vida pendiente solamente a su cura. Su familia pasó a un segundo plano, aún estando vivos.
En su mente su madre le falló, su padre nunca existió, la justicia la espalda le dio y entonces ¿por qué no fallarse a si mismo?
Así batalla diariamente con su propia sombra, sin darse cuenta que es un reflejo de una imagen colectiva, pues todos fallamos el último mandamiento.Etiquetas: cuento corto, el último mandamiento, justicia, literatera corta, microficción, microrrelatos