Un automóvil atraviesa lentamente mi mirada hacia el oscuro callejón. Yo, a pie y descalzo, deseando el frío beso de la muerte. Agradecido de perder el miedo y esperando un cambio que sé que no llegará. Así vivo mi vida día y noche, entre el frío y el calor. -Que Dios se apiade de su alma.- dicen semanalmente los prosélitos que como los automóviles sólo pasan desapercibidos. Me levanto y camino hacia ti, sin saber donde te encuentras e inconsciente de que todo es una fantasía y que el único responsable de mis actos soy yo mismo.Etiquetas: ficción, literatura breve, literatura facil, microficción, microrrelatos