Cubierto en un velo de paciencia, con ansias espera su turno el capitán del equipo. Segundos se convierten en horas, mientras que el bateador en turno sigue conectando batazos fuera de la zona de juego. Se va intensificando la atmósfera, al punto de que se puede cortar con un cuchillo. Veinte lanzamientos para el bateador en turno, conteo completo.
Lentamente el velo se va desgarrando, la frecuencia sigue apretando. Nueve meses en cuestión de varios minutos y el bateador en turno conecta un doble en el área del campo central. Llega el turno de batear y de pie la audiencia lo recibe con inmensa ovación. Se acaba la espera. Ahora ¿Qué harás?
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